¿Dónde surgió el arte? Lo que la arqueología nos dice a día de hoy

La prehistoria es un periodo fundamental de la humanidad para el que los investigadores se plantean cuestiones trascendentales sobre lo que nos define y caracteriza como especie humana hasta la actualidad.

Entre otras muchas interrogantes, resulta de especial interés estudiar dónde y cómo surge el interés o la necesidad humana de expresarse a través de las imágenes y, de igual manera, cómo se desarrolla a lo largo del tiempo.

Queremos incluso saber s es algo propio y característico de nuestra especie, Homo sapiens, o si es una cualidad compartida con otras especies de seres humanos ya extinguidos. No debemos olvidar que la expresión artística es una cualidad exclusiva de nuestros congéneres. Es algo que nos diferencia del resto de los animales.

Pero antes de comenzar a viajar hacia atrás en el tiempo, es preferible preguntarse qué entendemos por «arte», ya que se trata de un término cuyo significado ha variado mucho a lo largo de la historia. Los motivos que llevan a los humanos a expresarse artísticamente cambian, al igual que las consideraciones estéticas, o que el propio contexto histórico. Por ejemplo, los artistas Monet y Kandinsky están separados por unas pocas décadas, pero tienen una manera muy distinta de entender el arte. ¡Si retrocedemos hasta la época glaciar, nos enfrentamos a un verdadero abismo cultural de miles de años!

Desde luego, las paleolíticas son sociedades que funcionaban de manera muy distinta a la nuestra, pero de alguna manera, el arte ayuda a empatizar con ese momento histórico. Digamos que nos ayuda traspasar la frontera del tiempo y, en consecuencia, cuando observamos los bisontes de Altamira, los toros de Lascaux o los felinos de Chauvet, percibimos una serie de sensaciones personales profundas, como las que nos transmite un cuadro de Picasso, por ejemplo. También es cierto que en las cuevas no siempre nos enfrentamos a paneles tan espectaculares, sino que muchas veces esas pinturas y grabados están reducidos a manchas, líneas y puntos que carecen de un valor estético o artístico. Por esta razón, los especialistas prefieren manejar términos como «expresión gráfica», «grafismo» o «actividad gráfica» para englobar todas las representaciones parietales.

Lo cierto es que ese tipo de actividades desarrolladas por los grupos humanos de cazadores y recolectores anteriores al Holoceno solamente se han conservado en escasísimos testimonios, a lo largo de miles y miles de años. Digamos que la reconstrucción del proceso histórico que conlleva a la creación artística se basa en unos pocos datos, como si leyéramos un libro al que le faltan la mayor parte de las páginas.

Además, situar en el tiempo esas manifestaciones artísticas tampoco es sencillo. Son pocas las dataciones directas por C14 de pinturas realizadas con materia orgánica (madera y/o hueso quemado). En el mejor de los casos, tenemos informaciones indirectas (contexto arqueológico y geológico) que, si convergen, nos ayudan a establecer probabilidades más o menos precisas.

Si nos ceñimos a las representaciones figurativas, principalmente de animales, tenemos algunas pistas recientes que nos permiten abordar el asunto. Los datos actuales apuntan hacia dos puntos del planeta donde, curiosamente, se produce algo así, como una explosión de creatividad.

 Por un lado, hace unos 40 000 años encontramos en Europa esas primeras manifestaciones artísticas de animales, en las paredes de cuevas como Chauvet en Francia, o en piezas de marfil y hueso en el sur de Alemania. Esto coincide en el tiempo con la expansión de Homo sapiens por el territorio europeo. No debemos olvidar que, hasta entonces, el viejo continente había sido el hogar de los neandertales exclusivamente.

Por otro lado, y en cronologías todavía algo más antiguas, nos vamos hasta Indonesia, donde hay animales y manos pintados en rojo en las paredes de varias cuevas de las islas de Célebes y Borneo, también vinculándose a la expansión de nuestra especie, en este caso hacia Oceanía.

¿Y por qué empezamos a pintar animales en un momento dado? Sobre esta cuestión tan trascendental hay varias hipótesis, principalmente dos, ambas asociadas al Homo sapiens.

Una sugiere un origen biológico, digamos una capacidad innata que, en un momento dado, hace 50 000 años, se activa neurológicamente en los humanos y empezamos a pintar. Se trataría de algo similar a un big-bang cultural, que nos aboca a ser artistas desde entonces de manera ininterrumpida.

Otra hipótesis sugiere su origen más bien como un mecanismo social, para enfrentarse a situaciones de estrés. Es decir, la expresión gráfica pudo tener un papel capital en la expansión de nuestra especie por el planeta. Podríamos pensar que lo usaban como elemento cohesionador del grupo y al mismo tiempo como diferenciador frente a otros, o por qué no, para la apropiación cultural de esos nuevos territorios. En este caso se trata de una herramienta social que se activaría de manera independiente ante esos escenarios inciertos a los que se enfrenta el ser humano en distintos momentos. Así, la actividad tendría distintos pulsos a lo largo de la historia con sus interrupciones y reactivaciones.

Por el momento, no se ha identificado con claridad arte figurativo —recalquemos lo de figurativo— asociado a otras especies humanas hoy día extintas. En cambio, sí que existen otros comportamientos simbólicos como los enterramientos o los colgantes, incluyendo también ocasionalmente la expresión gráfica, pero solamente a través de líneas más o menos organizadas o entrelazadas sobre soportes muebles óseos o pétreos.

En todo caso, la arqueología es una ciencia viva, y hasta los axiomas más asentados pueden tambalearse en función de los nuevos datos ofrecidos por el registro y del avance en las técnicas para su análisis.

Diego Garate Maidagan

Felinos de color negro y rojo pintados en la cueva de Chauvet en Francia (Diego Garate).

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