La belleza del guerrero: kits de belleza en la edad del bronce

¿Belleza y arreglo personal han sido siempre tan importantes como ahora? Depende.

Tomemos el caso de los hombres; en concreto guerreros; en concreto en el 2 milenio a.C.

Todo empieza con enterramientos de hombres que datan de mediados del 2 milenio a.C. (ca. 1500 Ac), que suelen encontrarse en Escandinavia, Europa central y Europa del sur. Los enterramientos consistían, normalmente, en una pequeña cámara de madera sobre la que se construía un túmulo (un montón de tierra). Habitualmente los túmulos se sitúan en lugares del paisaje notables, buscando un marco monumental adecuado. En la cámara se depositaba el cuerpo junto con su ajuar funerario dispuesto alrededor. Es decir, que se trata de un trabajo considerable de construcción: bastante gente tenía que invertir mucho esfuerzo y recursos en construir estas tumbas. Y de hecho no todo el grupo se enterraba así, sino que eran algunos individuos los privilegiados que recibían este honor. Hasta hacía poco tiempo, durante todo el 3 milenio a.C., la gente se enterraba en tumbas colectivas que eran revisitadas periódicamente y esto de enterrarse en una tumba una persona sola es una gran novedad. A este grupo de gente especial les llamamos “aristocracia guerrera” y ocupaban una posición preeminente en la sociedad, incluso de carácter hereditario, que no es una cosa trivial sino que llevó muchos milenios conseguir. Esa posición privilegiada se asociaba a la práctica, digamos, profesional de la guerra. Y es que el registro arqueológico ofrece muchas señales de conflicto en este período. La más importante pueden ser las fosas comunes donde aparecen grupos enteros masacrados, mujeres, hombres y niñas y niños. Pero la relación especial de algunos hombres con la guerra se observa precisamente en las tumbas especiales y en los objetos con los que se enterraban, entre los que destacan las armas. Estos hombres no solamente llevaban sus espadas o lanzas en la muerte, sino también un equipo de beber (alcohol, que era algo muy prestigioso), adornos textiles y joyas, carros enteros o partes con sus ruedas de grandes ejes, equipo de monta a caballo y artículos de higiene personal: peines de hueso, de cuerno, o de bronce, pinzas de depilar de bronce, navajas de afeitar, espejos, y punzones de tatuar. Así que, por una parte, este equipo higiénico estaba hecho de materiales valiosos como el bronce, que era un metal raro hasta momentos avanzados del milenio. Por otra parte, estos objetos les servían, suponemos, para ponerse “guapos”. Y, además, solo aparecen en esas tumbas importantes de hombres guerreros. Se sabe que los utilizaban de verdad porque muchas veces las pinzas de depilar o las navajas aparecen con marcas que indican un largo uso y afilado, posiblemente a lo largo de la vida. También se encuentran navajas con pelos. Y sabemos que la cara se la depilarían seguro porque, aunque en algunas tumbas bien conservadas de Dinamarca aparecen evidencias de hombres con vello púbico y en la cabeza, nunca aparecen barbados.

¿Y por qué es tan importante la belleza? Parece que esta tecnología de “ponerse guapo” estaba íntimamente ligada a la ideología guerrera aristocrática: los propios cuerpos de los guerreros, tatuados, depilados, afeitados, peinados, escarificados, etc. eran también objetos de prestigio, más allá de las cosas valiosas que llevaban encima. Es decir, el propio cuerpo representaba la posición social. Se puede decir que el cuidado y el embellecimiento personal era un derecho y posiblemente una obligación de estos guerreros.

En este caso, la belleza o prestigio se equiparaba a la falta de pelos en la cara y al cuidado personal y todo ello iba asociado al poder. Estos cuidados y adornos del cuerpo son, en primer lugar, la forma de crear una identidad, expresando lo que tú eres a través de tu cuerpo. Un poco como ahora hacemos y probablemente se ha hecho siempre. Pero lo que este caso del 2 milenio a.C. nos dice es que lo que es aceptable socialmente como bello es contingente y depende del contexto histórico. El modelado del cuerpo humano ha variado tanto a través de los tiempos que ni siquiera hay prácticas asociadas siempre al sexo biológico. En el 2 milenio a.C los hombres guerreros, que representaban valores masculinos de agresividad y de poder y de lujo y exceso, eran los que se depilaban y el rol de las mujeres no parece que llevara aparejada esa práctica. Justo todo lo contrario de lo que hemos vivido en nuestra sociedad hasta hace nada.

María Cruz Berrocal

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