Las pandemias en la prehistoria

La enfermedad y el padecimiento de patologías es consustancial a la biología humana. Sin embargo, la existencia de epidemias o pandemias es un fenómeno reciente, que tiene mucho que ver con algunos tipos de cambios en las sociedades humanas.

Cuando digo reciente, me refiero a que las primeras evidencias que tenemos de la existencia de epidemias o pandemias apenas tienen 8000 o 10 000 años, aunque los patógenos que las causaron estaban entre nosotros desde hace mucho más tiempo. Y son recientes en relación con la antigüedad de la historia humana, que se remonta a hace más de 2 millones de años. Por lo tanto, estamos hablando de unos pocos miles de años de historia de epidemias en dos millones de años de existencia humana.

En las poblaciones humanas más antiguas, en el Paleolítico, observamos distintas patologías en algunos de los restos esqueléticos que aparecen en los yacimientos arqueológicos. Hay evidencias de patologías congénitas, de enfermedades infecciosas, de enfermedades degenerativas (la artrosis es la más común), de traumatismos graves o letales, … y también de algunos tratamientos medicamentosos. Pero, en general, el estado de salud y la alimentación de las poblaciones humanas es bastante bueno, aunque no hay que olvidar que la esperanza de vida no era demasiado alta. Pocos individuos superan los 60 o 70 años de edad.

En las condiciones de vida típicas del Paleolítico —pensemos en la época de los pintores o pintoras de Altamira—, la economía dependía de un sistema mixto de caza y recolección, que requería, entre otras cosas, de asentamientos nómadas y móviles, grupos relativamente pequeños y bajas densidades de población. Esto implica, comparativamente, pocas interacciones sociales, espaciadas en tiempos largos. Como estarán deduciendo nuestros lectores, se trata de un cierto grado de confinamiento o distancia social, conseguidos de forma natural. En este contexto, las posibilidades de los patógenos infecciosos para afectar a poblaciones grandes de forma rápida, para desencadenar epidemias, se ven muy reducidas.

Un cambio mayor en la historia de la humanidad se produce en el Neolítico. La introducción de la economía basada en la agricultura y ganadería está asociada a la sedentarización y a la construcción de los primeros poblados, que pueden llegar a albergar a varios miles de personas, hasta 20 000 en algunos lugares del este de Europa al final del Neolítico. Se inicia también la convivencia regular con el ganado doméstico -cabras, ovejas, vacas y cerdos-. El almacenamiento del grano y de los demás productos agrícolas atrae a roedores e insectos comensales. De hecho, la zoonosis, la transmisión de patógenos entre animales y humanos —en ambas direcciones— es una de las causas de la emergencia de muchas de las enfermedades modernas. Este es el caldo de cultivo en el que se van a desarrollar las primeras epidemias.

Durante el Neolítico se conocen otras novedades tecnológicas y económico-sociales que favorecen los contactos entre distintas poblaciones muy alejadas entre sí, con el establecimiento de redes comerciales, con formas de transporte mucho más rápidas y eficientes —el caballo, la rueda, o los primeros barcos y canoas para el transporte marino o fluvial—. Estas nuevas formas de comunicación reducen las distancias y favorecen la transmisión de los patógenos. De hecho, la primera evidencia de epidemias en Europa, documentada en las regiones bálticas hace algo más de 5000 años, está causada por Yersinia pestis, una variante de la bacteria responsable de las famosas pestes de época histórica, como la peste de Justiniano en el siglo VI o la famosa peste negra que asoló Europa en el siglo XIV. El gen de la bacteria se ha localizado en dientes de individuos jóvenes enterrados en cementerios colectivos de un tamaño anormal para la época, con varias decenas de individuos, una evidencia que avala la hipótesis de contagios masivos y pandemia. La expansión de la plaga, en un momento con pocas migraciones, se vincula sin duda a estas redes comerciales que alcanzan un momento de particular vigor en este periodo.

Hay que hacer notar que esta peste, como ocurre con otros patógenos similares, probablemente era menos agresiva y menos transmisible que en las epidemias históricas, pues estas cepas aún no habían desarrollado las variantes que permiten la transmisión por pulgas —que viven en ratas de las que pasan a los humanos— y otras mutaciones que incrementaron mucho su agresividad.

Las epidemias por virus son más difíciles de detectar en el pasado prehistórico, dejan menos pruebas. Para el coronavirus tenemos una evidencia indirecta presentada en un estudio reciente que encuentra, precisamente en las poblaciones del sudeste asiático, cambios adaptativos coordinados en al menos 42 genes relacionados entre sí e implicados en la resistencia frente al coronavirus o virus muy similares. Estos cambios emergen, según un cálculo basado en relojes moleculares, hace al menos 18 o 20 000 años y podrían delatar los primeros episodios de afecciones víricas epidémicas en esta región del mundo.

La enfermedad es consustancial a la naturaleza humana, pero el tipo de enfermedades y la forma en la que afectan a las poblaciones —por ejemplo, la existencia de epidemias— es consecuencia de cambios históricos, de cambios bien precisos en las formas de vida. Como vemos, en la historia de la humanidad las pandemias tienen su origen en las novedades de época neolíticas: grandes densidades de población, sedentarización, poblados insalubres, comercio o convivencia regular con otros animales son algunos de los factores relevantes.

Jesús González Urquijo

 

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